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Del luto al “Habemus Papam”: las cuatro claves del proceso de sucesión papal

El fallecimiento de un Papa desencadena de inmediato un protocolo estricto que marca el inicio de la elección de su sucesor.
1. ¿Qué sucede tras la muerte del Papa?
Cuando el líder de la Iglesia Católica fallece, comienza un período conocido como “Sede Vacante”. Durante este tiempo, el gobierno de la Iglesia recae temporalmente en el Colegio de Cardenales, quienes deben limitarse a resolver solo los asuntos ordinarios y aquellos que no admitan demora.
Este período está regido por el principio “nihil innovetur”, que en latín significa “no se innove nada”, lo que implica que no se pueden tomar decisiones que le corresponderían exclusivamente al Papa. La principal responsabilidad de los cardenales durante esta etapa es preparar todo lo necesario para la elección del nuevo pontífice.
2. ¿Quién elige al nuevo Papa y cuándo inicia el cónclave?
El nuevo Papa es elegido por los cardenales con derecho a voto, es decir, aquellos que no han cumplido aún los 80 años. Tras la muerte del pontífice, el decano del Colegio Cardenalicio convoca al cónclave, que debe iniciarse entre 15 y 20 días después del fallecimiento.
Los cardenales viajan a Roma desde distintos puntos del mundo y, una vez iniciado el cónclave, no pueden abandonar el Vaticano ni mantener comunicación con personas ajenas al proceso hasta que haya un nuevo Papa.
3. ¿Cómo se lleva a cabo la elección?
La elección se realiza mediante votación secreta. En la actualidad, el único método válido es el escrutinio individual.
El proceso suele comenzar con una misa en la Basílica de San Pedro, tras la cual los cardenales se trasladan en procesión a la Capilla Sixtina, donde se realizan las votaciones. Cada cardenal escribe el nombre de su candidato en una papeleta, debajo de la fórmula latina “Eligo in Summum Pontificem” (“Elijo como Sumo Pontífice”). Las papeletas se depositan en un cáliz de forma ceremonial.
Está prohibido que los cardenales voten por sí mismos. La votación es secreta, pero el conteo de los votos se realiza en presencia de todos.
4. ¿Qué mayoría se necesita y cómo se comunica el resultado?
Para ser elegido Papa, un candidato debe obtener el apoyo de al menos dos tercios de los cardenales presentes. Si no se alcanza ese número, se repiten las votaciones: hasta cuatro rondas diarias, dos por la mañana y dos por la tarde.
Si después de tres días no se logra elegir al nuevo pontífice, se realiza un día de pausa dedicado a la oración y al diálogo, antes de reanudar las votaciones. Esta dinámica puede repetirse, y la exigencia de mayoría calificada se mantiene, ya que en 2007 Benedicto XVI derogó la excepción introducida por Juan Pablo II, que permitía una elección por mayoría absoluta después de varias rondas fallidas.
El resultado se comunica al mundo a través de una señal tradicional: si nadie ha sido elegido, las papeletas se queman con una sustancia que genera humo negro, lo que indica que aún no hay Papa. Si un candidato ha sido elegido y acepta, el humo es blanco, anunciando que la Iglesia ya tiene nuevo pontífice.
Una vez aceptada su elección, el nuevo Papa elige el nombre con el que será conocido. Minutos después, el cardenal protodiácono —el de mayor antigüedad— aparece en el balcón de la Basílica de San Pedro para pronunciar el tradicional “Habemus Papam” y presentar al nuevo líder de la Iglesia Católica, quien ofrecerá su primera bendición a la multitud reunida en la plaza.